miércoles, 4 de marzo de 2009

¿LE ESTARÁ PASANDO A TU HIJO LO MISMO QUE A DARYL?

Mi hermano, Daryl, de 18 años de edad,con un cociente intelectual de 30-40, ha estado en la escuela durante 12 años. Siempre ha estado en una escuela especial .Ha recibido educación individualizada durante muchos años y ha aprendido a hacer un montón de cosas.¡Daryl ha aprendido a hacer muchas cosas que no hacía antes! Sentado, en menos de 10 minutos, puede poner 100 clavijas en una tabla con un 95% de precisión. Pero no puede meter monedas en una máquina expendedora. Cuando se le ordena, puede tocarse la naríz, la espalda, las piernas, los pies, el pelo y las orejas. Todavía está aprendiendo lo que es la muñeca, el tobillo y las caderas. Pero no sabe sonarse la naríz cuando está resfriado. Puede formar un rompecabezas de un pájaro bien grande con 100% de precisión y colorear un conejo sin salirse de la línea. Pero él prefiere la música y nunca se le ha enseñado a usar la radio o un tocadiscos. Puede doblar un papel en mitades y hasta en una cuarta parte. Pero no puede doblar su ropa. Puede clasificar los bloques hasta por diez colores. Pero no puede separar su ropa, la blanca de la de color, para lavarla. Puede jugar con una masa de plastilina y hacer unas culebras preciosas. Pero no puede amasar la masa para hacer pan ni cortar los panecillos. Puede ensartar cuentas alternando los colores y hacer lo mismo con láminas. Pero no puede atarse los zapatos. Puede, con ayuda, poner un pedazo de tela oscura en el calendario de la pizarra si se le dice que está nublado o lloviendo. Pero no sabe abrir su paraguas ni ponerse el impermeable cuando comienza a llover. Cuando se le presentan las letras del alfabeto, las reconoce con un 85% de precisión. Pero no sabe diferenciar entre el baño de los hombres y el de las mujeres cuando vamos a sitios públicos. Puede identificar 100 tarjetas con absoluta precisión tan sólo con señalarlas. Pero no puede encargar al camarero una ensalada ó una tortilla señalando una lámina o con gestos. Puede caminar sobre una tabla de equilibrio hacia adelante, de lado y hacia atrás. Pero en la clase de educación física no puede subir las escaleras sin ayuda, para ir al juego de baloncesto. Puede contar de memoria hasta 100. Pero no sabe cuánto dinero debe pagar al dependiente por un helado o un refresco. Puede poner un cubo dentro de una caja, debajo de la caja, al lado de la caja, o detrás de la caja. Pero no puede encontrar un papelero en la calle o en el parque y poner en él residuos. Se puede sentar formando parte de un círculo y mantener una conducta apropiada y cantar y jugar. Pero nadie en la vecindad quiere hacerlo con él. ¡REFLEXIONEMOS!

Extraído de "Síndrome de Down: Noticias" de la Fundación S.D de Cantabria.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola a todos los que hacen posible esta página. Los felicito por el crecimiento que ha tenido la misma, y sobre todo porque está hecha con mucho amor.

Les cuento que en estas vacaciones encontré un texto, que me había dado hace muuuucho tiempo una profesora que tuve en mi carrera como Prof en R.Mental . Espero que les guste y sirva para reflexionar, tanto a los profesionales como a las familias , a la hora de plantearse objetivos, teniendo siempre presente aquellos que verdaderamente sean funcionales y significativos para los niños , para que puedan vivir una vida plenamente integrada y útil , y lo más felíz posible.

Cariñosos saludos y uno en especial a Cintia.
Soledad.

Proyecto Derechos, NO Favores

“A los desharrapados del mundo y a quienes, descubriéndose en ellos, con ellos sufren y con ellos luchan”
Paulo Freire


La vida en la comunidad en el marco de un estado de derecho, se organiza bajo los principios de igualdad y libertad. La igualdad ante la ley no puede depender de ningún tipo de condición personal o social. Sin embargo, las personas con discapacidad, como sujetos de la sociedad, sólo recientemente han comenzado a reclamar un tratamiento que las incorpore a ese modelo de organización social.
Las personas que presentan algún tipo de discapacidad tienen talentos y habilidades, así como necesidades especiales. Son ciudadanos de su país, y como tales piden los mismos derechos que los demás. Tienen derecho a la igual participación e inclusión en la sociedad y a la no discriminación. Son DERECHOS, NO FAVORES.
El acceso a la educación, la cultura, la formación profesional, el trabajo, el ocio y, en definitiva, la participación social, no se produce en condiciones de igualdad y libertad para las personas con discapacidad. Si bien mucho se ha hecho en torno a legislar para modificar esta situación, su cumplimiento efectivo es hoy una utopía.
Los factores contextuales que afectan a la discapacidad y que son un problema de la sociedad y no de la persona con discapacidad, limitan extraordinariamente las posibilidades de participación de estas personas y les impiden alcanzar niveles de calidad de vida que son habituales para otras personas sin discapacidad. El sujeto que presenta alguna deficiencia o del que tal cosa se dice por parte del que tenga voz para hacerlo es etiquetado administrativamente y socialmente, “profecía que se cumple a sí misma”.
La posición en que es colocado y la imagen que se devuelve condicionan el proceso de construcción personal del sujeto, el cual de una u otra manera puede asumir el rol que se le ofrece y las connotaciones del mismo.
Las personas con discapacidad resultan ser veteranas víctimas y testigos de una exclusión social que afecta de forma cada vez más masiva y sistemáticamente a más y más personas y colectivos. Exclusión que mutila a la familia humana y corta los nexos de interdependencia que la constituye como tal.
Una de las expresiones utilizadas con frecuencia en relación con las personas con alguna discapacidad es no puede. Si entendemos que no hay un modo normal de hacer las cosas, esas palabras no tienen cabida. Las únicas limitaciones reales que tiene la persona son las que le son impuestas. En tal sentido, las limitaciones son creadas por la sociedad más que por la discapacidad.
Si se le dice a una persona discapacitada que está limitada, le resulta más fácil aceptarlo, creerlo y comportarse como si eso fuera cierto, en lugar de intentar demostrar lo contrario. La superación de la presente crisis no es tarea de un héroe salvador, ni es tarea que pueda postergarse hasta haber superado las “urgencias” (hambre, salud, violencia, adicciones…) Ellas son los síntomas inevitables del problema, y ellas son también las mejores oportunidades de aprendizaje, tal vez las únicas oportunidades de aprender a registrar y resolver el problema que las provoca y que tiene la exclusión como una de sus causas.
El proceso de cambio de un sistema que excluye personas, supone la inclusión de esas personas excluidas, el reconocimiento de su lugar, como co – protagonistas, durante la ideación, la formulación y la implementación de esos cambios, de modo que la experiencia misma no resulte una nueva exclusión.
También supone la revisión de actitudes, normas y lenguajes desde los cuales los problemas son percibidos, sentidos y narrados como carencias de los demás; las causas son visualizadas como fatalidades naturales y las soluciones como providencias, heroísmos individuales o incumbencias de otros. Dicha revisión posibilita un cambio de enfoque, de percepción de sí mismo y del otro, y un primer atravesamiento hacia el “nosotros”, por parte de las personas actualmente excluidas y de las personas que encarnan las actuales instituciones. La exclusión es, en efecto, y simultáneamente: de uno mismo, del otro y del nosotros.
El reconocimiento en uno mismo y en el otro de singulares inteligencias, de singulares intereses, deseos, necesidades, gustos, puntos de vista, historias… nos permite registrar los diversos enfoques con los cuales cada uno puede arrojar luz propia a la vida compartida. Y nos permite, sobretodo, registrar – reconocer gratamente, ese resplandor que acontece del cruce de miradas simultáneas y desde tan diversos ángulos, alumbrando aquellos aspectos en los cuales ninguno aisladamente hubiese reparado.
Cuando la reciprocidad es el camino, no sólo aprendemos a modificar el mundo de las cosas, también se re – genera nuestro ser; cada uno descubre algo que no sabía de sí mismo y que en verdad “no era” sin los otros. (IVERN, ALBERTO. “Hacia una pedagogía de la reciprocidad”. Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2004)

“Es hora de que las personas con discapacidad dejen de ser consideradas invisibles, ya que la discapacidad debe aceptarse como un elemento más de la diversidad humana”
(Declaración de Madrid, 2002, Consenso Europeo sobre Discapacidad).

Autor Mejicano, Mensaje Universal